Hace algún tiempo hicimos un intensivo
de la danza de los siete velos. Los orígenes de esta danza según los
historiadores se une a la danza de Salomé por un lado y al rito de la diosa
Isthar por otro.
En esta entrada me voy a centrar en el rito de la diosa Isthar porque desde mi punto de vista me parece una historia mucho más bonita que la de Salomé ( más adelante os la pondré para que juzguéis vosotros mismos)
Todo apunta a que la atribución de los siete velos, y su relación de éstos con la danza oriental, proviene de la mitológica historia de Innana (o Ishtar), diosa babilónica del amor y la guerra, de la vida y la fertilidad.
Cuenta la leyenda que al morir su primer esposo (que también
era su hermano), llamado Tammuz, Ishtar descendió a los infiernos para
arrancarle a la hermana de éste, la terrible Ereshkigal, el poder
sobre la vida y la muerte y poder resucitar así a su amado.
Después de darle instrucciones a su sirviente
Papsukal, de ir a rescatarla si no regresaba, Ishtar descendió a la
tierra. Comenzó valiente y desafiante, gritando al portero que abriera la
puerta antes de que la echase abajo. Con pasión y determinación, cruzó los
siete vestíbulos del submundo, y en cada uno de ellos era despojada de una de
sus pertenencias: un velo o una joya (según
las versiones). Pero al irse despojando de sus
prendas, con ellas se iba despojando de su poder, hasta que llegó desnuda
e indefensa ante Ereshkigal, que la mató y colgó su cuerpo en un clavo.
Con su muerte, todo comenzó a languidecer, ya que era la Diosa de
la vida y la fertilidad. Pero el fiel Papsukal llegó hasta los dioses y les
pidió que creasen un ser capaz de entrar en el mundo de los muertos y
resucitase a Ishtar, con la comida y el agua de la vida. Así es como Ishtar
volvió a vivir, pero tuvo que pagar un precio: durante seis meses al año,
Tammuz (su hermano y marido) debe vivir en el mundo de los
muertos. Mientras está allí, Ishtar debe sentir el dolor de la
pérdida (mostrándose así el invierno); en primavera, Tammuz resurge
de entre los muertos y todo se llena de gozo, debido a la desbordante alegría
de Ishtar, al recuperar a su amado.
[Una bella historia, en la que vemos claramente las alusiones a
las estaciones del invierno y la primavera, pero su significado y propósito no
terminan ahí. Iniciáticamente, las mitologías siempre revelan uno o varios
conocimientos ocultos de carácter arquetípico/psicológico a través de los
símbolos utilizados en sus bellas y a veces desconcertantes historias.
El velo siempre ha representado lo oculto, en este caso, las cosas
que nosotros ocultamos de nosotros mismos. Ishtar, por amor, se despoja de los
velos que la protegen (y que al mismo tiempo la aislan), y al dejar caer las
prendas, revela sus verdades ocultas y al hacerlo, consigue reunirse con su
amor. En otras palabras, para alcanzar el amor incondicional, el amor
verdadero, uno debe hacer el sacrificio de despojarse de todo aquello que uno
no es, de todas las cosas superfluas que en realidad obstaculizan el camino
hacia el conocimiento de uno mismo, y en consecuencia, hacia el amor]*.
* Texto extraído del
blog escrito por Bianca Sugarly